Para los fanáticos de su club de futbol es una especie de santuario. Para los amantes del tango no hay barrio mejor, además de contar con un estilo muy pintoresco que parece haberse detenido en el tiempo. Nada mejor que recorrer Caminito un fin de semana y disfrutar de los antiguos conventillos pintados de miles de colores.
Pero, además, el barrio de la Boca tiene diferentes leyendas y miles de fantasmas que rondan el lugar. En su avenida principal podemos ver una casa con una torre cuya historia es atrapante y misteriosa.
Donde se cruzan las avenidas Almirante Brown y Wenseslao Villafañe existe un antiguo edificio que cuenta con una torre. Al verla tiene la apariencia de un pequeño castillo y la torre se parece a una ficha de ajedrez.


< /p>
La historia misteriosa tiene sus comienzos en la década del 10. En aquel entonces, en la casa vivía una importante y poderosa estarciera que se llamaba María Luisa Auvert Aurnaud. Ella repartía su tiempo en esta casa y en su estancia en la localidad de Rauch (Provincia de Buenos Aires).
Su espacio era amplio y la actividad agrícola le daba muchos dividendos. Gracias a ello , María Luisa era una de las personas más ricas de la ciudad además de ser terriblemente ambiciosa a la que le gustaba incrementar su fortuna. En un principio, había construido el palacete con el fin de alquilar sus habitaciones, pero al ver cómo había quedado le gustó tanto que decidió irse a vivir a él.
Tras vivir un año en el lugar, la señora como todo personal que estaba con ella abandonó de manera misteriosa el lugar. Según los vecinos, en el lugar se escuchaban gritos de sustos que partían de la mujer o de alguno de los sirvientes. Por eso se fue a vivir al campo y nunca más se supo de ella.
Al abandonar el lugar, el edificio quedó en manos de una inmobiliaria quien dividió en departamentos la estructura, alquilando el sitio a varios inquilinos. La mayoría de ellos eran inmigrantes. El último piso de la casa era habitado por Clementina, una pintora que armó su atelier en un lugar que parecía ser el ideal para ello. Clementina era una dama muy linda, alegre y muy querida por sus vecinos.
La mujer tenía la costumbre de salir por las tardes a tomar un café al bar que estaba en frente de la casa mientras disfrutaba de una buena lectura. El padre de esta joven era un conocido estanciero y ella había venido a Buenos Aires para estudiar historia del arte en la facultad.
El día menos pensado comenzaron a suceder cosas sin ninguna explicación y lo más llamativo de todo es que, sin ningún motivo ni preocupación, Clementina se arrojó un día al vacío, causando su muerte. Días antes de su fallecimiento, la pintora había sido entrevistada y fotografiada por Eleonora, quien al momento de revelar las fotografías tomadas de uno de sus cuadros vio a unos gnomos que no se encontraban en el cuadro cuando este último había sido fotografiado.
Por eso Eleonora tomó cartas en el asunto e inició una investigación. Fue entonces cuando, hablando con una vecina, le contó la historia de María Luisa, motivo por el cual decide ir a Rauch. Según la señora de Auvert los duendes vivían con ella y ayudaban a la servidumbre.
Cuando uno de estos seres fantásticos quiso propasarse con una sirvienta fue retirado por uno de los hombres tomándolo por la fuerza. Entonces este duende lanzó una maldición y desde ese momento la casa se volvió un verdadero infierno. Eleonora no creyó demasiado su historia.
Si bien Eleonora abandonó la investigación, la leyenda de la Torre del Fantasma sigue vigente hasta hoy. En la actualidad los vecinos de la zona aseguran escuchar pasos en la torre y, si se descuidan, las cosas pueden llegar a desaparecer.
Foto | Flickr.