

Cuando llegamos al lugar nos encontraremos con calles tranquilas y un aire de otras épocas. El pueblo está poblado por no más de 2 mil habitantes. Lo característico del pueblo es que se encuentra divido por una vía del tren y a cada lado del mismo tiene un nombre diferentes. Por un lado está Maria Ignacia y por el otro Vela. Pero todos se autoproclaman ‘velenses’.
La historia de su nombre empezó por el año 1885, en ese entonces los hermanos Felipe y Pedro Vela donaron las tierras por donde iba a pasar el Ferrocarril del Sud, en tu tramo hasta Bahía Blanca. Por ese motivo la estación se llamó Vela.
Pasaron los años y del otro laso se fue gestando un núcleo bajo el nombre de Maria Ignacia, en honor a la madre del estanciero más importante del lugar, quien se encargó de lotear los terrenos cercanos a la estación de tren.
Uno de los lugares para visitar del pueblo es el Prado Español, edificio de principios del siglo XX, lugar preferido para los inmigrantes hispanos. En su pérgola se puede disfrutar de orquestas que continúan la vieja tradición de realizar conciertos estivales.
Pero los inmigrantes italianos no se querían quedar atrás, así que levantaron por la misma época, la Asociación Italiana de Socorros Mutuos. Lamentablemente hoy solo se pueden ver sus ruinas.
Para comer algo puede ir al Bar de Tito en donde Osvaldo Soriano solía pasar horas escribiendo para el diario de Tandil.
La mejor época para visitar este lugar es durante la primavera, otoño o verano.
Foto | Maria Ignacia - Vela