San Martín de Tours se educó en Europa, más precisamente en Pavia. Cuando tenía 15 años de edad, ingresó en la guardia imperial romana en Francia y luego en Galia. La leyenda sobre su vida se hizo conocida y formó parte de la iconografía tradicional del santo en el invierno del año 337, cuando Martín estaba en Amiens encontrándose en las cercanías de la puerta de la ciudad y vio un mendigo con muchísimo frío. Al contemplar a este hombre desaliñado cortó su capa con la espada por la mitad y le dio uno de sus trozos a este individuo. Al día siguiente Cristo se le apareció vestido con la media capa para agradecerle el gesto que él había tenido.
Cuando Martín dejo el ejercito romano decide volcarse al cristianismo, todo un desafío por las condiciones de vida de esa época. Tras dejar la vida militar, se bautiza y se une a los diferentes discípulos en San Hilario de Poitiers en la ciudad de Poitiers. En el año 370 se convirtió en Obispo de Tours. Su vida pastoral estuvo marcada por una fuerte evangelización y por luchar por las diferentes costumbres paganas.
Si bien la historia hasta aquí es interesante, te habrás preguntado cómo hizo San Martín de Tours para llegar a la ciudad de Buenos Aires.
La historia empieza durante la fundación de la ciudad, cuando Juan de Garay ya había cumplido los requisitos de la creación de una ciudad colonial. En el año 1580 los primeros pobladores y el clero se juntaron para designar al santo patrono de este sitio.
En una bolsa se introdujeron los diferentes nombres de los santos que eran candidatos. Un niño se encargó de sacar al elegido y así fue como salió San Martín de Tours. Los cabildantes no estuvieron de acuerdo.
Después de una discusión, se volvió a sacar otro papel de la bolsa y salió nuevamente San Martín de Tours, y por tercera vez hubo que realizar el sorteo. Curiosamente volvió a salir San Martín de Tours. De esta forma interpretaron que era voluntad de Dios que así fuera, respetando de esta forma la elección.
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