Desde finales del siglo XVIII, la ciudad de Buenos Aires se había convertido en una importante capital virreinal. A partir de ese momento la imagen fue cambiando: de convertirse en una aldea construida a base de adobe pasó a tener una edificación con más estilo. La población fue creciendo rápidamente con el arribo al lugar de diferentes funcionarios que debían ocupar diferentes puestos de trabajo dentro del Virreinato.
La ciudad empezó a tener una importante función comercial dentro de la zona, ya que comercializaba de manera interna pero también lo hacía con España. Estos cambios le fueron brindando al lugar algunos privilegios y una importante cantidad de dinero que iba ingresando, activando así diferentes gamas de actividades artesanales.


< /p>
En el interior de los hogares se llevaban a cabo diferentes actividades llamadas tertulias, las cuales convocaban a diferentes personas alrededor de una mesa y en ellas compartían gratos momentos, así como los bailes de moda. Este era el momento en que las mujeres tenían la posibilidad de expresar sus opiniones.
El teatro estaba consagrado a otros sectores sociales dentro de la Ciudad de Buenos Aires, en los cuales hombres y mujeres asistían a la representación en sectores diferenciados. En el teatro, las clases sociales más altas buscaban por medio de diferentes representaciones mostrarles algo ‘decente’ a las clases más bajas.
Los paseos que se daban por la Alameda volvían las tardes más atractivas y eran el ámbito ideal para el cortejo amoroso entre los novios. Las pulperías ocupaban un sitio privilegiado dentro del intercambio social masculino. A partir de estas pulperías se fueron creando diferentes bares y cafés, sitios de lectura o lugares de discusión.
En el año 1661 el rey de España Felipe IV declaró que la Ciudad de Buenos Aires era la ciudad americana española que más le interesaba a los extranjeros. Con el tiempo, las diferentes circunstancias le dieron la razón.
Foto | Flickr