Si nos enfocamos más puntualmente en la provincia de Buenos Aires y en el Río de la Plata, debemos conocer que las personas que viven en la región dependen cada vez más de aguas muy sucias. Hace muchos años esta agua eran pura y clara, donde muchos aprovechaban para bañarse y beber de ella sin ningún problema. Pero la civilización a veces viene de la mano de cosas no tan positivas. En la actualidad, el Río de la Plata sufre diferentes tipos de contaminación.


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Desde su naciente este río sufrió las consecuencias de una agricultura extensiva que se ocupada de devastar regiones costeras en búsqueda de tierra fértil. Para ello se eliminaron territorios de selva y se labró el suelo, empleando productos que empezaron a contaminar el agua.
También las lluvias causaron una erosión en donde se arrastraba de los ríos la capa fértil del suelo, arrastrando a su paso todo el humus centenario. A esto hay que sumarle la gran cantidad de industrias que fueron apareciendo y los desechos que fueron tirando lenta y silenciosamente en el agua dulce, y cuando el agua como método de enfriamiento para sus procesos industriales. Esto genera un aumento de la temperatura del agua y el camino en la fauna y flora de la región.
Al crecer muchos la ciudad de Buenos Aires (y también la de Montevideo –Uruguay- ubicada en la otra margen del río) la calidad de vida bajo notablemente.
Uno de los puntos positivos es que se ha cambiado el transporte marítimo, lo cual significa que ya no tiraran más combustible al agua, pero las industrias y la población en general también deben tomar conciencia lo perjudicial que es tirar basura al río y que las soluciones se van extendiendo a largo plazo, volviéndose cada vez más difíciles y costosas para el gobierno.
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